“Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír”
¿Por qué llevas el peso de un ayer que lamentas, si ya no está en tus manos?
¿Por qué te angustia el temor de un mañana?
Dale a cada día la importancia que merece, el ayer… pasó, el mañana…. no llegó. No te aferres al pasado, ni a los recuerdos tristes. De ahora en adelante, pon todas tus fuerzas en construir una vida nueva, orientada hacia lo alto y camina de frente, sin mirar hacia atrás.
Haz como el sol que nace cada día, sin pensar en la noche que pasó. Vive bien el hoy que tienes en tus manos. Los recuerdos desgastan la energía que tenemos disponible para vivir el presente.
Muchas veces vivimos buscando algo que ha de llegar, anhelando el momento en que ocurra aquello que esperamos que pase, la mayoría del tiempo nuestra mente está puesta en cosas que ocurran: que llegue la hora de plegar, que lleguen las vacaciones, que encuentre pareja, que tenga hijos…. No son situaciones reales sólo trucos de nuestra mente y nuestro ego para sobrevivir.
Aprende que la vida no es pasado ni futuro, la vida es cada segundo que respiramos, cada momento que reímos, cada momento que desperdiciamos sufriendo por el ayer y nos preocupamos por lo que quizá tenga que suceder.
Por eso cuando estés aferrado al ayer o tengas miedo de lo que pueda ser, recuerda que cada segundo es aquel que no ha de volver, como cada gota de agua que cae sólo una vez, como cada flor que crece y en otro momento florece, como el día de hoy que no mira hacia atrás para seguir adelante.
Observemos a los niños, no saben de pasado, ni de presente, ni de futuro. Es de día cuando ven luz, es de noche cuando hay oscuridad, no conocen los relojes. Viven, se entregan y en esa entrega minuto a minuto se sueltan, disfrutan el momento. No logran comprender a los adultos. A veces hasta nos miran extrañados. Nos ven correr, nos ven llorar, nos ven ansiosos… Y ellos; nos están enseñando y a su vez recordando que la vida es maravillosa si sabemos ubicarnos en el ahora, en este instante.
Pasado, presente y futuro, no son períodos en el tiempo, son períodos en la mente.
Tenemos que comprender que nuestro tiempo, el único que vale, es el ahora… este momento…
El tiempo es una ilusión obsesiva que nos persigue a todos, nos llena la mente de cálculos, proyecciones y limitaciones. El verdadero tiempo es que el que marca nuestro interior, el que se vive a cada instante con plena conciencia.
La insatisfacción permanente nos impide gozar del presente.
Solo podremos gozar del hoy aceptando todo lo que hemos sido y hecho con las relaciones que hemos tenido. Para conseguirlo, uno debe perdonar y perdonarse, aceptar y aceptarse. De lo contrario no podrá vivir en el aquí y el ahora. Lo que hubiera podido ser y no fue ya no se puede cambiar.
Cuando vivimos aceptando lo que somos, estamos en armonía. Somos plenamente conscientes y estamos conectados con todo nuestro potencial. Confiamos. Estamos abiertos a la vida sin resistirnos. “No ofrecer resistencias es la clave de acceso al mayor poder del universo”, Eckhart Tolle.
Si nos damos cuenta y nos responsabilizamos de cómo estamos, de cómo somos, de lo que sentimos y de lo que hacemos, nos arraigamos en el hoy. Dejamos de buscar culpables. Escuchamos la intuición y la voz del corazón.
Nos preocupamos por el futuro, con una visión catastrófica que adelanta acontecimientos negativos: “¿y si sale mal? ¿y si me ocurre algo malo? ¿y si salgo a la calle y me atropella un barco?”. Tenemos miedo al rechazo, a fracasar, al qué dirán, miedo a tomar una decisión por si nos equivocamos, miedo a emprender por si nos arruinamos. Incluso existe el miedo al éxito: ¿y si no merezco lo que voy a conseguir? ¿y si luego lo pierdo? ¿y qué pensarán los demás?. Como nuestro cerebro va más rápido que nuestra percepción de la realidad, se trae cosas del pasado o se inventa cosas del futuro.
En general cuando nuestra mente se pierde en recuerdos y preocupaciones vivimos más amargados y nos despistamos más. Cuando vivimos en el presente somos más felices y productivos.
Probablemente existen preguntas que deben estar rondando vuestra mente ¿pero, cómo lo hago? ¿qué es lo que tengo que hacer para cambiar mi programación mental, considerar al pasado y al futuro solo en su justa medida y concentrarme en el presente?
No hay que preocuparse es posible conseguirlo con paciencia y tiempo.
Tenemos que concentrarnos en nuestras acciones, preguntándonos siempre si lo que estamos haciendo nos está ayudando a forjar lo que queremos lograr. Hay que observar y observarnos a nosotros mismos todo el tiempo para lograr un plena conciencia sobre el presente.
• Borra la programación del tiempo de tu mente. Libérate de esta ilusión que solo crea angustia. Que tu tiempo esté marcado por tu ritmo interior y por la riqueza que encierra cada instante dentro de sí.
• Ordena tu mente y recupera tu conexión con el universo, te ayudará y brindará la energía necesaria para centrarte en el momento ahora.
• No asumas responsabilidades a largo plazo , empieza por las más inmediatas.
• Piensa que el AHORA es el lugar de donde brota la fuente de la vida. Cada instante es una posibilidad infinita, disfrútala!!
• Asume tu presente tal y cómo es, te guste la situación en la que te encuentres o no. Piensa que el presente es así porque no puede ser de otra manera.
• Al asumir tu presente tal y como es, tendrás la visión necesaria para aprovecharlo y darle un giro a la medida de tus necesidades.
• Somos parte de un todo, considera que todos los hechos y sucesos se encuentran siempre conectados de alguna manera.
• Cuando asumes el presente, estas asumiendo también la vida, y esto te proporciona poder, visión e inteligencia.
Por lo tanto, vive a plena conciencia cada instante, vive el presente.