Todos en un momento u otro de nuestra vida podemos sentirnos, durante períodos cortos de tiempo, tristes, decaídos… Pero, estos sentimientos suelen ser pasajeros y desaparecer en unos días. El problema viene cuando estos síntomas van permaneciendo en el tiempo e interfieren con nuestro quehacer diario, causando dolor tanto para quien la padece, como para quienes se preocupan por la persona. Sin darnos cuenta muchas veces, acaba derivando en una depresión, caracterizada por ser un trastorno del estado anímico en el cual se tienen sentimientos de tristeza, de culpa, pérdida de interés o placer, ira, frustración, abatimiento, infelicidad, pueden aparecer trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración, baja autoestima… Así como afectar a los pensamientos, la perspectiva y el comportamiento de la persona.
Todos estos sentimientos provocan una incapacidad total o parcial para disfrutar de las cosas y de los acontecimientos de la vida cotidiana, denominado en términos psicológicos, anhedonia.
Estar deprimido es algo más que estar triste o que llorar mucho, o aun más severo que estar cansado. Aun cuando los tres tipos de situaciones están presentes en las manifestaciones que tiene una persona con depresión.
En la depresión, se suelen observar problemas para dormir, sueño inquieto y despertares frecuentes, que hacen que el paciente se incorpore con frecuencia en la madrugada, siendo muy difícil el re-iniciar su sueño; presentar además fatiga y una sensación de pérdida de energía, que se manifiesta con una gran dificultad para empezar la mayoría de las acciones que habitualmente realizaba fácilmente, como por ejemplo, una ama de casa que tiene problemas para hacer cosas tan comunes a ella como el arreglo de su hogar y aun más, el arreglo personal. Es habitual que se produzca una disminución importante en el apetito, lo cual lleva a la persona a bajar de peso, así como problemas de concentración y memoria. Otro de los apetitos, que disminuye de manera importante, es el deseo sexual, lo que suele tener cierto impacto en sus relaciones interpersonales, principalmente en el área de pareja. Si la persona está sumida en una depresión profunda, puede llegar a presentar ideas de muerte, que pueden ir de ya no querer estar vivo, hasta la “maquinación” de su propia muerte, que en ocasiones, se llevan a cabo.
Cuando una persona sufre de depresión, el mundo parece sombrío, y los pensamientos de esa persona reflejan la desesperación y el desamparo que siente. Las personas con depresión tienden a manifestar pensamientos negativos y autocríticos. Algunas veces, más allá de su valor real, las personas con depresión pueden sentirse inútiles y no queridas, por ello se produce la disminución o pérdida de la autoestima.
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La depresión puede nublarlo todo y hacer que hasta los pequeños problemas parezcan abrumadores. Las personas deprimidas son incapaces de ver un futuro brillante y se sienten sin fuerzas para cambiar las cosas para mejor. Pueden sentir deseos de darse por vencidos. Pueden llorar por cosas sin importancia o incluso sin ninguna razón.
A causa de sus profundos sentimientos de tristeza y de su poca energía, las personas con depresión a veces se alejan de las personas que los rodean o de las actividades que alguna vez disfrutaron. Esto sólo hace que se sientan más solos y aislados, lo cual empeora su situación. Se convierte en un círculo vicioso muy difícil de romper.
La depresión puede llegar a hacerse crónica o recurrente, de manera que dificulte el desempeño de las tareas del día a día. Así como ir fluctuando en el tiempo, temporadas con estado de ánimo depresivo y temporadas más estables.
Este estado no es algo que de pronto aparezca, habitualmente su inicio es poco claro y se puede iniciar por síntomas corporales, de los llamados somáticos (o somatiformes), que hacen pensar a la persona que está enfermo de algo diferente a la depresión, dolores de cabeza, espalda, sensación de piernas y brazos pesados, fatiga, decaimiento, pueden ser síntomas iniciales de la depresión. Posteriormente pueden aparecer las ideas de tristeza, la rumiación de experiencias tristes, desagradables y embarazosas que se tuvo en el pasado. Entonces el paciente se aísla, se le dificulta el trato con los demás, se vuelve irritable, está constantemente con ideas de culpa por eventos del pasado o por situaciones en donde omitió tal o cual acción, etc.
La depresión no tiene una única causa. Son muchos los factores que desempeñan un papel, incluidos la genética, el entorno, el estado de salud, los sucesos de la vida y determinados patrones de pensamiento que afectan las reacciones de las personas frente a los acontecimientos.
Hay acontecimientos de la vida, como por ejemplo, la muerte de un familiar cercano o de un amigo, que pueden ir más allá del dolor normal y, a veces, llevar a la depresión.
También pueden aumentar las posibilidades de que las personas se depriman, determinadas condiciones sociales como la pobreza, la falta de hogar, la violencia en la comunidad, etc.
Aunque se considera una enfermedad común, es grave y la mayor parte de quienes la padecen necesitan tratamiento y ayuda para mejorar. Siempre hay que descartar cualquier otra posibilidad visitando a su médico habitual. Ya que ciertos medicamentos y condiciones médicas, tales como virus o trastornos de tiroides, pueden provocar los mismos síntomas que la depresión y pueden confundirnos.
Muchas personas simplemente no se dan cuenta de que la depresión puede provocar muchos problemas o mucho dolor. Algunas veces, incluso las personas deprimidas no se toman su enfermedad con la debida seriedad. Creyendo que ésta puede deberse a su propia debilidad o un fallo en su carácter, etc. Con lo que este tipo de creencias lleva a muchos a ocultar su depresión y sentir vergüenza, evitando contarlo y/o buscar ayuda.